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Reforma pensional: contra los jóvenes y otras verdades

La reforma pensional, ley 2381 de 2024, fue ratificada por la Cámara de Representantes luego de ser devuelta por la Corte Constitucional debido a vicios en el trámite. Para quedar totalmente en firme aún debe pasar el examen jurídico tras varias demandas en curso.

Pero más allá del intríngulis jurídico, la reforma ha generado una amplia discusión de economía política sobre su contenido. En esencia, el país pasó de un sistema mixto —público y privado— de libre elección, al sistema de pilares propuesto por el Banco Mundial desde mediados de los 90.

Antiguo sistema mixto

El sistema pensional mixto anterior consistía en que cada colombiano con trabajo formal cotizaba en el régimen privado o en el público. El régimen privado es un fondo de ahorro individual donde su mesada estaba determinada por el desahorro del total de aportes acumulados durante su vida productiva, más los rendimientos al capital que se hayan generado. El régimen público de prima media —administrado por Colpensiones— es un fondo de ahorro común basado en la solidaridad, donde los jóvenes aportan a la pensión de los viejos y así sucesivamente como sociedad. 

Aparte de la diferencia estructural entre ahorro individual y ahorro común, por obvias razones, el régimen público de prima media otorgaba una tasa de reemplazo mayor a la del régimen privado. En el fondo público la mesada pensional podría llegar a representar el 70% de su salario, mientras en los fondos privados difícilmente pasa el 30%. De ahí que cada vez más colombianos se trasladan de fondos privados al fondo público. 

Problemas del sistema anterior

Es cierto que el sistema mixto tenía varios problemas, algunos internos y otros externos. Los problemas internos son: al fondo público se le cargó el pago de las megapensiones y los fondos privados tenían una alta tasa de comisión por administración y seguros, superior al 3% de los aportes. Problemas subsanables con una reforma pensional.

Los problemas externos más preocupantes son la baja cobertura del sistema, donde solo uno de cada cuatro colombianos podrá disfrutar de una pensión y la creciente presión fiscal para cubrir del presupuesto nacional el faltante pensional, el cual costará este año cerca de $60 billones de pesos. Problemas que solo pueden corregirse —de verdad— fortaleciendo la estructura productiva del país, de tal forma que se cree mayor valor agregado y con esto, mayor empleo digno y cotización a pensión. 

Por eso es que toda reforma pensional, sin fortalecimiento productivo, empeora las condiciones para llegar y recibir una mesada pensional en la vejez.  Al no corregir los problemas externos, lo que hace es flexibilizar el sistema para que los colombianos en su vejez reciban mesadas muy por debajo del salario mínimo, lo que llaman bono pensional y/o, incrementar la edad de pensión.

Nuevo sistema de pilares

El presidente Gustavo Petro asegura que su reforma pensional de pilares orientada por el Banco Mundial soluciona los problemas del sistema anterior. Veamos con detalle si esto es cierto o no. De acuerdo al artículo 3 de la reforma, la estructura del sistema consta de 4 pilares así: 

El Pilar Solidario, orientado a destinar un bono pensional de $230.000 mensual a colombianos que estén en “condición de pobreza extrema, pobreza y vulnerabilidad”. Este pilar es el que más ha cacareado el presidente Petro, quien afirma que sin reforma se le negaría el bono pensional a “tres millones de viejos y viejas sin pensión”. 

Pues bueno, la reforma fue aprobada y el presidente de Colpensiones, Jaime Dussan, aseguró que no puede pagar el bono porque “no hay plata”, debido a que esta debe salir del presupuesto nacional. Esta afirmación fue corroborada por el presidente Gustavo Petro al afirmar que, “quien transfiere este recurso es en gran medida el gobierno nacional. Así que verán la partida en el Departamento de Prosperidad Social, no en Colpensiones.” 

Es decir, para cumplirle a nuestros viejos sin pensión con un bono no se necesitaba reforma pensional, sólo se requería voluntad política del gobierno y asignar recursos del presupuesto nacional para que el DPS los transfirieran. Eso se ha hecho durante años con el bono de adulto mayor, jóvenes en acción, familias en acción, entre otros. Queda claro que los “viejos y viejas sin pensión” no eran el objetivo de la reforma, ¿entonces cuál?

El segundo es el Pilar Semicontributivo para que adultos mayores que hayan cotizado, pero “no hayan cumplido los requisitos para acceder a una pensión” puedan “acceder a un beneficio económico”. Es decir, acceder a los Beps, creados en el gobierno Santos, que son pagos muy por debajo del salario mínimo. Aquí caerán millones de colombianos, condenados a ingresos de hambre debido a que no se fortalece el aparato productivo nacional. Maquillaje de la reforma para mejorar indicadores, sin cambiar vidas.

El tercero es el Pilar Contributivo, el verdadero objetivo de la reforma pensional. El Pilar toma la base del sistema anterior al estar integrado por dos componentes, el de prima media y el de ahorro individual. La diferencia radica en que, los colombianos solo podrán cotizar en el fondo público de prima media hasta 2,3 salarios mínimos y si tienen un ingreso mayor, se verán obligados a cotizar en los fondos privados de ahorro individual, desde 2,3 a 25 salarios mínimos.

El problema es que los fondos privados entregan una menor tasa de reemplazo que el fondo público, condenando así a los jóvenes que ganen más de 2,3 salarios mínimos a una menor pensión. Pero además, parte del pago del Pilar Solidario saldrá de aportes adicionales del Pilar Contributivo —como establece el artículo 26 de la reforma— lo cual pone en riesgo la financiación futura del sistema.

El último es el Pilar de Ahorro Voluntario, el cual es una válvula de escape para todos aquellos colombianos con ingresos superiores a 25 salarios mínimos que quieren un ingreso pensional mayor al que pueden alcanzar en los dos componentes del Pilar Contributivo. Nadie con un trabajo informal e ingresos inferiores al mínimo puede ahorrar de forma voluntaria, a duras penas alcanzan a comer.

Así es la reforma pensional del gobierno Petro, que usó las necesidades de los viejos y viejas sin pensión para modificar el sistema pensional en contra de los jóvenes. Los somete a menor pensión y pone en duda la sostenibilidad del sistema. No fortalece la estructura productiva nacional, pero sí mejora el negocio de los fondos privados, asegurando más cotizantes y una “comisión de administración” adicional del 0,7% sobre “el manejo temporal de los recursos de los afiliados”. Así lo indica el parágrafo transitorio del artículo 23: unos $3 billones de pesos más para los privados en la reforma del “cambio”. Así engañan la nación. 

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