Por: Óscar Alfonso Pabón Monroy/ Comunicador Social comunitario
Arrasar el patrimonio arquitectónico de la capital del Meta no es Villavicensidad.
La destrucción de la centenaria memoria material con autorizaciones oficiales va en contravía de la construcción de identidad local. Un ejemplo es el que ilustro con estas fotografías mías.
La placa de esta casa conocida como de la familia Latorre, por un siglo anunció la fecha y el año de su inauguración. Pero con la total intervención que le hicieron dicho testimonio histórico junto con los adobes, maderas y demás materiales propios de esa época sucumbieron y borrada quedó esa memoria de los alrededores del parque Infantil.
De las añejas casonas de la zona céntrica de Villavicencio, todas cargadas de historias, ya pocas quedan. Hoy hay palimpsestos.
Ejercicio sencillo para verificar lo anterior es salir a recorrer a pie el sector conocido como "centro histórico", del cual lo único que van quedando son fotos y algunas narrativas orales.
Hoy se cumplen 171 años desde cuando la capital metense dejó su nombre primigenio por el actual, por tanto es tarea urgente de las entidades del municipio : Alcaldía y Concejo, retomar de inmediato la anual celebración del Día de la Villavicensidad, también la enseñanza de la Historia local en la educación primaria del municipio.
Las dos disposiciones oficiales están soportadas respectivamente con decreto y acuerdo del año 2002.
Mientras esto no se cumpla, poco servirán las campañas ciudadanas y académicas que se emprenden en el territorio municipal. Frágil seguirá siendo la memoria local.
Pregunta para reflexionar desde la memoria histórica material:
¿Qué sería hoy de Bogotá si paralelo a su desarrollo urbanístico años atrás le hubieran conceptuado y aprobado la demolición del barrio La Candelaria?
Construyamos VILLAVICENSIDAD desde lo espiritual y material valorando, respetando y recuperando rasgos culturales que nos caracterizaron, también visibilizando las diversas particularidades ciudadanas que hoy tenemos.
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