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Gloria al Soldado


Por: Jennifer Arias Falla
Representante a la Cámara 

Una de las instituciones más queridas para los colombianos sin duda alguna es nuestro Ejército Nacional. Con más de 200 años de existencia, hoy sus más de 230,000 miembros efectivos y 500,000 reservistas, siguen fieles al lema “Patria, Honor, Lealtad”, y aún entonan a todo pulmón las letras de su Himno “Gloria al Soldado”. ​

Pero no todo ha sido gloria para nuestros soldados. A lo largo del conflicto, 238.790 militares y sus familias han sido víctimas atentados terroristas, homicidio, minas antipersonales, artefactos explosivos, secuestro, tortura, lesiones físicas y psicológicas, desaparición forzada, desplazamiento y despojo de tierras, entre otros.

Para no ir lejos, entre el 2004 y el 2019, 12.669 militares han sido víctimas del conflicto. De ellos 3.388 fueron asesinados y 9.197 resultaron heridos en combate. Esto son contar que 7.413 militares fueron víctimas de artefactos explosivos y minas antipersona, de los cuales 1.611 fueron asesinados y 5.802 resultaron heridos, muchos de ellos quedaron desmembrados o con otra serie de lesiones que los marcaron de por vida.

Por eso resulta casi que infame, el que algunos sectores políticos que, se supone, deben velar por la institucionalidad, pretendan deslegitimar el trabajo de toda una institución que, como el Ejército de Colombia, goza del cariño, reconocimiento y aceptación de los colombianos.

La campaña de desprestigio que hoy se cierne contra nuestros militares no es un hecho aislado; por el contrario, es el resultado de un plan muy bien estructurado. Una alianza casi macabra entre las disidencias de las Farc, y la izquierda política colombiana cuyos líderes, obsesionados con alcanzar el poder a como dé lugar, tienen un plan de desprestigio sistemático, no solo contra las Fuerzas del orden, sino contra todo aquel o todo aquello que represente al Gobierno y al Estado de Derecho.

Los ataques han arreciado con más fuerza en los últimos dos años, esto gracias al enorme poder que le dio Juan Manuel Santos a las Farc, al poner a los más altos oficiales del Ejército a la misma altura de los criminales de esta guerrilla, y enviando a calificar servicios a cualquier general que se opusiera al circo que inició en La Habana y terminó en el Teatro Colón de Bogotá.

La propia JEP, un tribunal creado supuestamente para impartir justicia a las víctimas, terminó convirtiendo a los héroes en villanos, al impartir justicia selectiva. Este tribunal, hecho a la medida de los miembros del secretariado ha venido realizando audiencias privadas para los criminales de las Farc acusados de delitos graves, en tanto que a los militares los viene sometiendo al escarnio público.

Ni qué decir de algunos medios de comunicación que, amén de los millonarios contratos publicitarios que firmaban, olvidaron la razón de ser del periodismo, y acabaron convertidos en un simple comité de aplausos del Gobierno Santos, callando ante las denuncias por reclutamiento y violación de menores que pesan sobre las Farc. Callaron ante la baja de presupuesto operacional a las Fuerzas militares, y callaron ante la humillación a que fueron sometidos reitero, todos los buenos oficiales que se atrevieron a cuestionar en su momento, el mato de impunidad que se cocinaba ante actos demenciales cometidos por los miembros de esa organización guerrillera, tales como el secuestro, el reclutamiento forzado y abuso sexual a miles de niños, el aumento de cultivos ilícitos y la permisividad al narcotráfico, negocio criminal que enriqueció a las Farc

El Abuso Sexual a menores es un delito grave, venga de donde venga, y lo cometa quien lo cometa debe ser duramente castigado. Por eso me puse la camiseta y me la jugué en el Congreso, y en muchos otros escenarios hasta lograr la Cadena Perpetua Para Violadores y Asesinos de Niños. He condenado enérgicamente cada hecho de violencia contra nuestros niños, y exijo justicia.

Pero no puede ser que el mal actuar de unos cuantos malos elementos, (a los que obviamente debe caerles todo el peso de la ley), sea la excusa para mancillar el nombre todo el Ejército colombiano, máxime cuando el país sabe que esta campaña de desprestigio está orquestada por, y para beneficio de intereses políticos oscuros. Detrás de esta andanada están indiscutiblemente los líderes de la izquierda. Gente de doble moral como casi todos los líderes del Partido Farc, sobre quienes insisto, pesan miles de denuncias por reclutamiento, violación, y otros delitos, o como el mismo Fecode, que incita a los estudiantes a la desobediencia y al vandalismo, impartiéndoles doctrina comunista, antes que principios y educación, y que además tiene entre sus afiliados a centenares de docentes involucrados en los más aberrantes casos de abuso sexual a niños, niñas y adolescentes.

Los colombianos no dejaremos de querer y valorar a nuestro Ejército, por más que algunos pretendan deslegitimarlo. Más allá de esta mala hora, los oficiales, suboficiales y soldados pueden mantener su frente y su moral en alto. Las fuerzas Militares no perderán su grandeza, y menos después de tantos años de sacrificio y entrega al país. ¡Gloria al soldado!

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